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jueves, 17 de abril de 2014

Irán, La bofetada de una madre, en el último instante, salva al asesino de su hijo de ser ejecutado

Balal hanging
Una bofetada que perdona una vida. Arash Khamooshi /Isna.
A veces una imagen puede valer más que mil palabras. Es el caso de la secuencia de fotos realizadas por el fotógrafo Arash Khamooshi, de la agencia estudiantial iraní ISNA, cuando iba a fotografiar la ejecución de un joven de 20 años, Balal, por un asesinato cometido cuando no era más que un adolescente de 13 años.
Cuando sintió la soga al cuello, Balal debió pensar que estaba a punto de tomar su último aliento. Minutos antes, una multitud observaba como guardias lo empujaban hacia la horca para lo que estaba destinado a ser otra ejecución pública en la República Islámica de Irán. 
Abdollah Hosseinzadeh, siete años antes, había perdido su vida a manos de Balal, que tenía entonces 13 años, en una pelea callejera en la pequeña ciudad de Royan.
La escena, narrada con todo detalle por el diario británico The Guardian, tiene lugar en un sencillo patio en el que hay un andamio del que cuelga una soga. Bajo la soga hay una silla sobre la que está subido Balal. Una cinta negra le cubre los ojos, lleva grilletes en los pies y un grito congela su boca.
A continuación, otra imagen muestra la llegada de la madre del joven al que Balal asesinó hace siete años y por el que ha sido condenado a muerte. La siguiente fotografía, quizás la más conmovedora, capta el momento en el que la madre abofetea al reo, ya con la soga al cuello.
Una bofetada con la que que cambia la muerte por la vida: es el gesto con el que la familia concede el perdón a Balal.
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La cuerda es retirada del cuello de Balal. Fotografía: Arash Khamooshi /Isna
La secuencia, estremecedora, sigue con varias imágenes más: la madre hablando al joven, las manos que le retiran la soga del cuello, Balal desmoronándose mientras se lo llevan de nuevo a la celda y, finalmente, las madres del perdonado y del fallecido siete años atrás abrazándose entre lágrimas.
En Irán, el segundo país con más ejecuciones públicas después de China, la ley permite a las familias de las víctimas participar en la ejecución de los condenados dando el empujón final a la silla del ejecutado. Pero la familia de Abdollah Hosseinzadeh decidió hacer todo lo contrario. Su hijo murió apuñalado tras una pelea, pero ahora el padre de la víctima admite que la solución no pasa por matar a su asesino, que entonces era un adolescente.
"Balal no tenía experiencia y no sabía manejar un cuchillo. Era inocente", dijo el mismo. Para añadir, "Hace tres días mi esposa vio a mi hijo mayor en un sueño diciéndole que se encuentran en un buen lugar, y para que ella no respondiese con rabia frente a su agresor".
Pasaron seis años hasta que un tribunal dictó la sentencia de muerte, y la familia de la víctima aplazó la ejecución en varias oportunidades.
Balal no será necesariamente liberado. Bajo la ley iraní la familia de la víctima tiene voz y voto solo en el acto de ejecución, no en una sentencia de cárcel.

Balal hanging chair
La silla vacía tras ser retirado Balal y conducido a la cárcel. Arash Khamooshi /Isna
Según publica The Guardian "Este año, y hasta la semana pasada, se cree que 199 ejecuciones se han llevado a cabo en Irán, denuncian desde Amnistía International, a razón de casi dos por día. El año pasado, Irán e Irak fueron responsables de dos tercios de las ejecuciones del mundo, excluyendo las realizadas en China".


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