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domingo, 2 de marzo de 2014

España, Hoy hace 40 años asesinaron al joven libertario Salvador Puig Antich

El 25 de septiembre de 1973, agentes de la Brigada Político Social tendieron una trampa a Salvador Puig Antich y Xavier Garriga, que tenían una cita con otros anarquistas en el bar El Funicular de Barcelona. Huyeron, pero finalmente los atraparon y metieron en un portal del número 70 de la calle Girona. "Salvador me confesó que llevaba dos pistolas, una en la espalda y otra cogida al pantalón por delante. Al meterle en ese portal, cayó de espaldas en la escalera y los policías, que eran jóvenes e inexpertos, le quitaron el arma que guardaba delante y le golpearon con ella. Él sacó entonces la pistola de la espalda y pegó tres tiros", relataba su carcelero, Jesús Irurre, para el Diario de Ibiza en una entrevista realizada en 2012. Tres. El subinspector que falleció en aquel mismo lugar, Francisco Anguas Barragán, tenía cinco tiros en su cuerpo. Antich también fue tiroteado, en la cara y en la espalda, pero salió vivo de allí.
Se cumplen 40 años del asesinato del militante del MIL., último ejecutado por garrote vil.  El 2 de marzo de 1974 era ejecutado en Barcelona Salvador Puig Antich, condenado a muerte por un Tribunal Militar.El 2 de marzo de 1974, hace ahora 40 años, un médico militar certificaba la muerte en la cárcel Modelo de Barcelona de Salvador Puig Antich "por parada cardiorespiratoria por garrote". Tenía 25 años. Su figura ha sido popularizada por el cine, pero las circunstancias de su caso siguen envueltas en una espesa niebla. El caso fue decretado "materia informativa reservada" y así sigue.
El militante libertario pagó con su vida la creciente oposición al franquismo. Pesa sobre la conciencia de la oposición democrática una reacción excesivamente tibia que no frenó la ejecución mientras el régimen franquista se ensañaba con aquel joven de 25 años en un proceso irregular sin garantías
Fue la última vez que en España se utilizó ese inhumano sistema de ejecución tras una condena a muerte dictada en un Consejo de Guerra repleto de irregularidades, circunstancias que actualmente revisa un tribunal argentino a petición de los familiares de Salvador.
Puig Antich nació el 30 de mayo de 1948 en el seno de una familia obrera. Su padre había sido militante catalanista durante la República. Tras la Guerra Civil se exilió, pero fue apresado e internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Condenado a muerte en España, al final fue indultado. Este entorno en el que se crió Salvador facilitó su incursión en el mundo de la política y en la resistencia al Franquismo. El asesinato del estudiante Enrique Ruano en 1969 fue el toque que lo posicionó. Con una ideología anarquista en ebullición, Salvador se va vinculando a las luchas obreras de Barcelona. Viendo que algunas luchas se le quedaban estrechas, se une al Movimiento Ibérico de Liberación (MIL).
El pleno del Ayuntamiento de Barcelona aprobó una declaración institucional presentada por UpB, grupo donde se integra ERC, en la que el consistorio se compromete a dignificar la plaza Salvador Puig Antich, situada en el barrio de Torre Baró, para que "sea un espacio para su memoria".
El texto aprobado también establece que la capital catalana participará en la conmemoración de los 40 años de su ejecución, que tuvo lugar en la prisión Modelo de Barcelona el 2 de marzo de 1974.
Puig Antich militaba en una organización revolucionaria anticapitalista y fue detenido por la brigada políticosocial de la policía el 25 de septiembre de 1973, y posteriormente fue condenado como culpable de la muerte del subinspector Francisco Anguas Barragán.
"Aún hoy, 40 años después de su muerte, tanto la injusticia del proceso al que se fue sometido como su memoria sigue estando bien viva", asegura la declaración institucional.
Su sentencia de muerte no fue una más de esas a las que el régimen, macabro especialista en esas lides, estaba acostumbrado. El franquismo vivía sus estertores y Puig, al que se acusaba de matar a balazos a un policía durante su detención el 25 de septiembre de 1973, fue el cabeza de turco con el que el régimen quiso demostrar que seguía firme tras el bombazo que hizo sobrevolar al almirante Luis Carrero Blanco los tejados de la calle Claudio Coello de Madrid.
Los abogados, hermanas y novia de Puig Antich coinciden en afirmar que los partidos y sindicatos tradicionales de oposición no se movilizaron para pedir el perdón del sentenciado y así evitar su muerte o, al menos, buscar postergarla.

Puig Antich únicamente salía al patio de la quinta galería de la Modelo dos horas al día: una por la mañana y otra por la tarde. Y lo hacía solo, acompañado de un funcionario de prisiones, Jesús Irrure.
Cuarenta años después las dudas siguen vigentes. El policía muerto tenía alojados en su cuerpo cinco disparos y no los tres que aparecen en el sumario y que se atribuían a la pistola que llevaba el detenido. Tampoco se aclaró cuáles de esos disparos causaron la muerte del desafortunado agente y por la que fue condenado a muerte y ejecutado el militante libertario. Tampoco el tribunal aceptó realizar informes balísticos y los casquillos de las balas desaparecieron. Un reciente estudio sobre el caso, obra del periodista Jordi Panyella, Salvador Puig Antich, cas obert (Angle Editorial), aporta nuevos elementos y testimonios sobre las irregularidades procesales cometidas, contra las que las hermanas de Salvador presentaron en 2007 un recurso de revisión ante el Tribunal Supremo, que fue rechazado, razón por la que finalmente han acudido a la justicia argentina, según publica el diario catalán La Vanguardia.
El proceso, desarrollado entre septiembre de 1973 y marzo de 1974, fue mucho más que una simple venganza por la muerte del presidente del Gobierno Carrero Blanco.
Arias no se planteó ni siquiera la posibilidad del indulto a Puig Antich, asunto al que apenas dedicó tiempo. Sus planes no pasaban por contrariar la sentencia de un tribunal militar, y mucho menos la de un asesino de un policía de la Brigada Político Social. La correspondencia del Gobierno Civil de Barcelona, y, sobre todo, dos documentos inéditos, los informes de 28 de febrero y de 29 de marzo de 1974 de la Embajada de Estados Unidos en Madrid, así lo demuestran, según indica el diario El País.
El cantautor catalán Lluís Llach, a su muerte le dedicó la canción "I si canto trist".



Hoy es necesario reivindicar la memoria antifranquista y la importancia del movimiento anarquista en la historia de España y, especialmente de Cataluña. No se entendería la historia de Cataluña sin la aportación anarquista.
También quisiera recordar hoy la canción que le dedicó el cantautor catalán Joan Isaac, en 1976, a través de la figura de quien era su compañera sentimental, Margalida.
A Margalida se convirtió en una canción popular que forma parte de la memoria colectiva catalana, llegando a representar todo un himno contra la pena de muerte.

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