Translate

domingo, 9 de junio de 2013

Turquía, de Tahrir a Taksim, pasando por los movimientos de los indignados europeos

En la madrugada del lunes, un joven de 19 años murió en Ümraniye, un barrio del lado asiático de Estambul, atropellado por un vehículo particular al intentar montar una barricada.
Manifestación contra el derribo del Paque Gezi.
Turquía vive desde hace una semana un multitudinario movimiento de protesta contra el actual gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Las manifestaciones comenzaron, en Estambul, para protestar contra un proyecto de urbanización que afectaba a la plaza Taksim, pero, poco a poco, la naturaleza de las manifestaciones ha ido cambiando con el paso de los días, la participación ciudadana, la actividad de las redes sociales y el contagio hacia otras localidades de la geografía turca.
La mayoría de los manifestantes no sólo protestan contra el proyecto, sino contra la actuación del gobierno, que nunca tiene en cuenta la opinión de la gente, y que pretende conducir a los ciudadanos hacia un modelo de estado con el que no coinciden.
"Esa cosa que llaman redes sociales no es más que una fuente de problemas para la sociedad actual… Hay un problema que se llama Twitter", declaró el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, el 2 de junio. Decía así claramente lo que la mayoría de dirigentes políticos en todo el mundo piensa. Ellos que estaban tan tranquilos manipulando la opinión y reduciendo la democracia a elecciones controladas, se encuentran ahora que los ciudadanos se comunican, organizan y movilizan sin pedir permiso a nadie para defender sus derechos y su dignidad, palabra recurrente en las protestas.
Así se levantaron miles de turcos en defensa del parque Gezi y de su derecho a disentir, otros miles por el derecho del beso público, otros contra la ley antiaborto que quiere aprobar el gobierno, otros por las recientes restricciones a la venta de bebidas alcohólicas, otros contra la falta de democracia y el autoritarismo del ejecutivo, y asi los jóvenes, mujeres, trabajadores han encontrado motivos para defender sus principios, sus valores, su estilo de vida, su futuro, y decirle al gobierno que no se entrometa en sus vidas.
Las redes sociales han ayudado a la movilización de decenas de miles de ciudadanos en cientos de ciudades en los últimos años.
Las mujeres y hombres turcos han conseguido en nueve días de protesta continuada que el mundo entero se fije en ellos. Su lucha es el centro de atención de los medios de comunicación de todo el mundo, de las redes sociales, y especialmente de otros miles de indignados de varios países que los observan, hasta con envidia y admiración, por su resistencia frente al poder, a pesar de las dos muertes, más de 4.000 heridos, y un número indeterminado de detenidos, causados por la represión.
Las mujeres se han unido a este movimiento de protesta y están en la calle de igual a igual junto a cualquier hombre, pero ayer sábado una marcha reivindicativa de miles de mujeres se dirigió hasta la plaza Taksim de Estambul, subrayando su papel en la revuelta turca que desde hace una semana tiene en jaque al gobierno del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan.
Los eslóganes mezclaban la reivindicación con el humor: "Corre, Tayyip, que vienen las mujeres" o "Cállate, Tayyip, que ahora hablan las mujeres". O, incluso, alusiones a la petición de Erdogan de que cada mujer debe tener al menos tres hijos: "¿De veras quieres que tenga tres hijas y salgan como yo?".
"La gente está enfadada con el primer ministro, pero las mujeres están más enfadadas aún, porque desde hace 10 años son el blanco de ataque de todos sus discursos, como cuando quiso prohibir el aborto", asegura Asli Goymen, para la CNN, secretaria de redacción en una revista y una de las manifestantes de la jornada.
Casi la misma opinión tiene Yagmur Demir, 26 años, ingeniera química recién graduada. Quien comenta, "Las mujeres formamos parte de esto como siempre hemos formado parte de todas las manifestaciones; hay un movimiento femenino muy fuerte en Turquía". Para añadir a continuación, "Estamos cada día más enfadadas por las políticas del gobierno respecto a nuestro cuerpo, como con el intento de reforma de la ley del aborto, y la imposición de un modelo de familia basado en el concepto tradicional de 'honor'", denuncia la joven.
La represión de la policía contra los manifestantes ha despertado el descontento generalizado. Ahora, la extensión de las protestas demuestra que el problema es mucho mayor, que los árboles de una plaza y una mezquita, y gira alrededor de la libertad de expresión y de las acusaciones contra el gobierno por excesos, autoritarismo y querer conducir las vidas de las personas.
Erdogan fue electo hace más de una década y es el político más popular y poderoso de Turquía, pero su estilo de liderazgo no agrada a muchos turcos, dijo Asli Aydintasbas, columnista del diario turco Milliyet.
Aunque reconoce que, "Tenemos un primer ministro que ha hecho grandes cosas y que ha mejorado la economía", añadió, "Pero también tiene este estilo paternalista autoritario: ‘Yo sé lo que es bueno para ustedes. Como su padre, puedo decidir qué pasará con el parque, el puente, la ciudad y la Constitución’. Pienso que la gente solo quiere que haya una democracia más incluyente en Turquía".
Tuncay, un manifestante de 28 años, dijo a CNN el sábado: "El gobierno de Erdogan usualmente se ha considerado autoritario. Tiene un enorme ego, tiene el síndrome de Napoleón. Se considera un sultán… Necesita dejar de hacer eso. Es tan solo un primer ministro".
La llegada al poder de Erdogan se fraguó en Estambul, ciudad donde empiezó a cosechar apoyos, pues es una de las más abiertas del país, y donde triunfó el discurso de separación Estado-Iglesia. Poco a poco, tras su llegada al gobierno, los turcos han visto como cada día acaparaba más poder y se olvidaba de sus premisas iniciales para dar más concesiones a la religión islámica, llegando a proponer, no hace mucho tiempo, la derogación de la ley que prohíbe la entrada con velo y símbolo religioso a los centros de Educación, o la vuelta de los estudios religiosos a los colegios.
Con estas actitudes el pueblo laico observa la lenta y sutil islamización del Estado, reflejo de la cultura de un sector mayoritario en el país, especialmente en las zonas rurales feudo de Erdogan, que, desde el gobierno, ha ido introduciéndose hasta afectar a la vida privada de una juventud que no acepta que le marquen, que le indiquen, o que le digan, cómo tiene que vivir.
Pero en el fondo no estamos hablando de un movimiento laico o secular en contra del islamismo, sino de una protesta contra el autoristarismo del Estado. De un Estado sin canales de participación real y con un sistema político dominado por el AKP de Erdogan y el opositor Partido Republicano, típico bipartidismo, continuador de la más corrupta clase política. De hecho, el intento del líder republicano de apoyar al movimiento fue rechazado estruendosamente por los acampados.
En la protesta turca hay elementos específicos a la idiosincracia del país y también rasgos genéricos, con otros movimientos, que caracterizan las nuevas formas de cambio social y político en nuestra sociedad.
En el caso turco, esta no es una movilización contra la crisis económica, porque la economía crece y las condiciones de vida mejoran aunque con mayor desigualdad social. El nivel de educación ha aumentado considerablemente y la tradicional tutela del ejército sobre la democracia se ha relajado.
Esta es una movilización contra el autoritarismo, contra los excesos, contra la represión.
Erdogan es un aliado importante de Estados Unidos y de su presidente, Barack Obama, además de un personaje clave en los esfuerzos por resolver la crisis en Siria. Sin embargo, los críticos dicen que en el proceso, ha acumulado cada vez más poder y ha demostrado cada vez más intolerancia hacia la disidencia.
El año próximo, terminará su mandato y ha anunciado en repetidas ocasiones que planea transformar el sistema político del país en un sistema presidencial más poderoso en el que él será el jefe de Estado.
Pero Estambul, Ankara, Esmirna, Bursa, Adana, etc. no se lo va a poner nada fácil.
El pueblo turco se está uniendo en una protesta generalizada y con una única voz, y como anécdota, ayer sábado los aficionados de los tres principales equipos de fútbol de Estambul, y "archirrivales" históricos, Besiktas, Fenerbahçe y Galatasaray partieron en marchas conjuntas por el centro de la ciudad, dejando de lado cualquier rivalidad.
Frente a la incredulidad del poder, las multitudes toman las calles y ejercen su derecho a negarse. No es el Si sino el No, la palabra mágica de los últimos años y movimientos. Es el "No nos moveremos" hasta que algo cambie.
Miles de personas protestan en la plaza Taksim ayer sábado / TOLGA BOZOGLU (EFE)

1 comentario:

  1. Importante movimento do povo turco que contagiou a outros paises, como o nosso Brasil.

    ResponderEliminar

Puedes dejar aquí tus opiniones e impresiones sobre una entrada concreta, sobre algún tema sobre el que te gustaría ver una nueva entrada o sobre cualquier tema del blog en general.