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jueves, 18 de abril de 2013

Mali vive una grave crisis humanitaria

Estas son algunas de las situaciones más problemáticas, a nivel humanitario, que se están viviendo en el país.
La guerra en Mali ha desplazado hasta Mauritania a más de 70.000 malienses, los cuales viven en el campo de refugiados de Mbera. Otro número importante de refugiados se distribuyen entre otros países limítrofes.
Según un informe de Médicos sin Fronteras, las condiciones, en le campo de Mbera, son deplorables y se precisa una acción urgente. Cada refugiado dispone sólo de un litro de agua al día. La falta de lavabos es alarmante y en consecuencia la falta de higiene en ese campo de refugiados, con el peligro de epidemias que generan estas situaciones.
Mauritania es el principal país receptor de los más de 100.000 malienses, del norte del país, que, se calcula, han huído de Mali, la mayoría árabes o tuaregs que temen que se les vincule con los grupos separatistas o islamistas que combaten en la zona.
"Todo el mundo que llega necesita ayuda. Es necesario que exista una estructura más estable para que la ayuda pueda llegar de una manera más sistemática y más rápida", ha comentado Fabien Mukeb, coordinador de Médicos sin Fronteras en este campo de refugiados supervisado por Naciones Unidas.
La ONG ha asegurado que mucha gente que estaba sana ha enfermando en el campo, y que todo empeoró tras la intervención francesa en Mali, el pasado mes de enero, para responder al avance de grupos armados islamistas en las provincias septeptrionales del país.
Recuperadas las posiciones, Francia ya ha comenzado a retirar sus tropas en la zona y el gobierno de transición promete elecciones el próximo mes de julio, sin embargo deja tras de sí miles de personas desplazadas de sus hogares y una situación crítica a nivel humanitario debido a la falta de alimentos y la escasez de agua.

El Programa Mundial de Alimentos (PAM), agencia especializada de las Naciones Unidas, advirtió a principios de esta semana que la situación humanitaria en el norte de Malí es "realmente crítica" y va a empeorar durante la inminente temporada de sequía, en la región del Sahel, que se extenderá desde el próximo abril hasta junio.
Una encuesta reciente llevada a cabo por Oxfam en la comunidad Bourem de la región de Gao indicó que el precio de los alimentos básicos han subido en un 70%.
Hasta el 80% de los adultos han reducido su ingesta diaria de alimentos con el fin de alimentar a sus hijos.
Oxfam dijo que el aumento de los precios se debió a la intervención militar en el norte, lo que ha dado lugar a cierres de carreteras y la salida de los comerciantes.
Mientras la directora del PAM en Malí, declaraba a Europa Press "La semana pasada, visité Tombuctú y comprobé lo realmente crítica que era la situación humanitaria allí", y añadió respecto a la crisis que se vive en la zona, "Las áreas colindantes a la ciudad son inseguras y de difícil acceso, los mercados no funcionan correctamente, los precios de los alimentos se han incrementado al igual que los del carburante y existe una falta de liquidez lo que significa que las personas no pueden adquirir productos de primera necesidad".
La agencia de la ONU ha instado a la comunidad internacional a que contribuya con cerca de 312 millones de dólares (238 millones de euros) para poder suministrar ayuda de emergencia en Malí.
Historias como las de Aissata Walet son habituales en los campos de refugiados improvisados en el país u países limítrofes, ella comenta que cuando estallaron los combates en el norte de Malí en la primavera pasada, huyó junto con sus hijos, y una treintena de familiares a Bamako, la capital de Mali. Desde entonces están allí compartiendo una cabaña, de dos habitaciones, para los treinta miembros de la familia.
No hay espacio en el suelo para todos, así que por la noche, sus hijos duermen en el techo.
"Cuando llueve, se refugian en la escalera. Ellos colocan la almohada contra la pared y duermen", comenta Aissata, de 43 años, una de las cientos de miles de malienses que se han ido al sur en busca de refugio.
Aissata vive en una pequeña cabaña en la ciudad de Bamako que comparte con 30 de sus familiares. (Copyright: WFP/Daouda Guirou)

Aissata es de Gao, una ciudad en el frente de un conflicto que ha llevado a más de 480.000 personas a huir de sus hogares desde abril de 2012. Lejos de casa y sin trabajo, ella no tiene manera de mantener a su familia, y depende totalmente de las ayudas de los organismos internacionales.
Un informe de la ONU sobre Malí de una semana atrás hacía referencia a algunos de los graves problemas que está viviendo el país.
La seguridad alimentaria y la situación nutricional en el norte de Malí se ha ido deteriorando de manera significativa tras el conflicto en el norte de la provincia, lo que ha obligado a casi 500.000 personas a huir de sus hogares, además de complicar el envío asistencia a aquellos que se quedaron.
Casi el 69 por ciento de la población de Malí vive por debajo del umbral de pobreza nacional. Esa es una razón por la que actualmente está posicionado en el numero puesto 175 de 187 países en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD.
Alrededor del 15 por ciento de los niños en Malí sufría de desnutrición aguda, incluso antes de la crisis. Más de una quinta parte de los niños en edad escolar no asisten a la escuela. Tres cuartas partes de ellos son niñas.
Aunque el PAM está "intensificando" el transporte de alimentos por tierra y mar y, recientemente, ha lanzado una operación logística para llevar a Malí alimentos procedentes de Níger. Las entregas de suministros a Kidal por carretera se han reanudado y cerca de mil toneladas de alimentos llegan "con éxito", de modo que al menos 34.000 personas podrán alimentarse durante dos meses, según el comunicado difundido por la agencia de la ONU.
Pero ese volumen de personas no llega al 5% de los que precisan de la ayuda internacional para poder subsitir durante los próximos meses.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), también viene realizando continuos llamamientos con el objetivo de sensibilizar a la comunidad internacional sobre la situación en este país africano y en toda la región del Sahel, que conforman, junto a Mali, Mauritaria, Níger, Chad y Sudán.
La directora ejecutiva del PMA, Ertharin Cousin, igualmente subrayó la determinación de la ONU para alimentar a las zonas del norte del país con cargamentos de alimentos transportados por tren y barco. "La gente sigue sufriendo: la crisis todavía no acaba", dijo Cousin. "No hay seguridad en muchas de las comunidades en el norte y las personas no pueden regresar a casa. Seguiremos proporcionando apoyo para que los niños puedan continuar recibiendo ayuda alimentaria" concluyó la misma.

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