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viernes, 14 de diciembre de 2012

Haití tres años después, las víctimas silenciadas

Haití es un pequeño país situado en el Caribe con un historia marcada por la violencia política y social. Vivió durante años -ante la indiferencia internacional unas veces y otras (especialmente durante la feroz dictadura de la familia Duvalier) con el apoyo militar y financiero de Estados Unidos- regímenes de atrocidad y corrupción. En el año 2004 una situación interior violenta y compleja obliga a una intervención de la ONU que envía los "Cascos Azules" para tomar el control del país. Con una renta per cápita cercana a los US$700/año, según datos del Banco Mundial, es el país más pobre de todo el continente americano y uno de los países del mundo con mayor nivel de pobreza -según el informe de la C.I.A.The World Factbook el 80% de su población vive bajo el umbral de la pobreza y un 54% en pobreza extrema-.
Este país fue portada a nivel internacional por el terremoto sufrido el 12/01/2010 -el de mayor intensidad en la zona desde 1770- que ocasionó más de 300 mil muertos, 350 mil heridos y cerca de 1,5 millones de personas que se quedaron sin hogar, según declaraciones del ex Primer Ministro del país, Jean-Max Bellerive.

        



Cercanos al tercer aniversario de una de las mayores catástrofes humanitarias de la historia, la ayuda prometida no acaba de llegar. La propia AIF -Asociación Internacional para el Fomento (organismo del Banco Mundial)- hasta la fecha sólo ha conseguido desembolsar un tercio de lo prometido para el fomento del país.
Este video para la cadena mexicana El Universal TV nos muestra la situación del país en la actualidad, donde la prostitución infantil es una realidad en la busqueda de la supervivencia.

 

En este rincón perdido del mundo las enfermedades emergen arrasando a miles de personas -se calculan en más de 8.000 las muertes por cólera desde la catastrofe- dado que, hasta la fecha, sólo fueron retirados un 25% de los escombros causados por el terremoto. Más de medio millón de personas continúan sin poder cubrir sus necesidades básicas -agua por ejemplo- viviendo hacinadas en campos de refugiados y todo debido a que -según diversas informaciones- sólo ha llegado el 43% de la ayuda internacional prometida después del terremoto y no toda la que ha llegado se ha destinado a la población más carente. Las condiciones de salubridad en la capital, Puerto Príncipe, son mínimas y las perspectivas de una mejora rápida son bien pesimistas.
En un país donde las violaciones siempre fueron usadas como arma política -en 2006 fueron asaltadas sexualmente unas 36 mil mujeres o niñas- éstas forman ahora parte de la rutina diaria. La falta de servicios médicos junto al desinterés de la policía local para iniciar diligencias contra los violadores provoca que los pedófilos y pervertidos tengan campo libre para sus actividades. Según informa -en su sección SundayReview- el periódico The New York Times, la policía se niega a formalizar denuncias de violación en los casos en los que la víctima no obtenga un certificado médico antes de transcurridas 72 horas desde la violación, cosa que, dado el actual sistema sanitario del país, es prácticamente imposible. El soborno a las autoridades es la única vía para que las denuncias tengan carácter oficial y evidentemente las mujeres y niñas que viven en los campamentos no tienen ninguna posibilidad en ese aspecto. En un caso concreto que recoge el reportaje de una joven llamada Wendy, para denunciar el abuso sexual y agresiones a las que fue sometida, aún acompañada de personal -pro Derechos Humanos- extranjero, el desinterés de las autoridades fue absoluto e inclusive se negaron a recoger las evidencias físicas de la agresión sexual o tirar fotos de las diferentes heridas en su cuerpo causadas por la agresión. La alternativa que ofrecieron a Wendy y sus acompañantes cuando fueron a entregar los resultados del examen médico -que dado su coste sólo pudo hacer por la ayuda de las personas que efectuaron el reportaje para el NYT- con los fluídos recogidos en el mismo, fue que los debían llevar a una clínica situada a 15 horas de la capital, además de acusar a la joven de caminar sola con ropas prestadas muy ajustadas. Al final Wendy desistió de continuar con la denuncia pese a la ayuda recibida y pidió a sus benefactores que desistiesen también. Nadie puede culparla por eso, ni a las decenas de mujeres y niñas diariamente agredidas sexualmente, dadas las enormes dificultades para poder realizar una denuncia que suele terminar en el cubo de la basura, abriendo de esta manera la veda para que otras mujeres y niñas sean diariamente violadas ante el silencio de estas víctimas de la indiferencia internacional, del propio gobierno de Michel Martelly -actual Presidente- y la falta de esperanza de la población.

Así viven centenas de miles de personas                                                     EFE

1 comentario:

  1. Duras imágenes, y duras cifras...
    Y aquí nos quejamos de la crisis... está claro que solo vemos nuestro ombligo en el mundo.
    Y con respecto a la violaciones, está claro que cuando una población llega a vivir en una situación tan extrema, las leyes se pasan por alto, y casi siempre las que salimos peor paradas somos las mujeres.

    Muy triste todo esto la verdad.

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