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lunes, 26 de noviembre de 2012

Egipto cierra las puertas al nuevo faraón

Egipto se movilizó el pasado año para expulsar del poder al último "faraón", Hosni Mubarak, que se mantuvo en él durante 30 años, tras el asesinato del presidente Anwar el Sadat en 1981. Y ahora los egipcios vuelven a salir a la calle en protesta por el último decreto firmado por el actual Presidente, Muhammad Mursi, mediante el cual concentra todos los poderes del Estado en su persona declarando además inapelables sus decisiones.
O sea, está agrupando en él los tres poderes del estado (ejecutivo, legislativo y judicial).
Mursi no ha sido el primer presidente que, tras derrocar al vigente prometiendo un proceso democrático en el país, una vez consolidado su poder y la fuerza militar, ha continuado en frente del mismo bajo políticas totalmente autoritarias implantando feroces dicaturas. Nuestra historia -infelizmente- está bien repleta de este tipo de actuaciones, inclusive provocando alguna de ellas masacres entre la población del país.
Tras conocerse el decreto, diferentes sectores de Egipto, incluyendo el aparato judicial al completo, han manifestado su repulsa ante la concentración de poderes prevista en esta ordenanza. La calle vuelve a estar tomada por el pueblo, produciéndose enfrentamientos con la policía y el ejército. La plaza Tahrir, centro emblemático de las protestas contra el anterior dictador Mubarak, vuelve a sentir el estruendo de millares de voces que reclaman la anulación del decreto que en el fondo representa un golpe de estado al estilo del sufrido en Alemania -en 1933- cuando se proclamó la Ley de Concesión de Plenos Poderes al entonces Canciller Adolf Hitler. Evidentemente son dos personas, dos momentos y dos situaciones geopolíticas bien diferentes pero la fórmula es la misma: la acumulación de todos los poderes del Estado en una persona.

En esta foto de la agencia Reuters puede verse a manifestantes enfrentándose a la policía en la Plaza Tahrir.
 "Este decreto es considerado necesario con el fin de hacer rendir cuentas a los responsables de la corrupción, así como de otros crímenes, durante el régimen anterior y el período de transición", dijo la presidencia en un comunicado, al mismo tiempo que informaba del caracter temporal del dictamen y, en consecuencia, de la acumulación de poderes en la figura del Presidente. 
Temporal, lo cual todo el mundo duda -especialmente los sectores laicos junto a todo tipo de organizaciones democráticas del País- o no, ya se han levantado voces contra esta dictadura envuelta en una falsa legalidad, que puede llevar a Egipto a una nueva espiral de violencia y una guerra civil con repercusiones en la política internacional de la zona. 


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